Desde muy temprana hora la Mtra. Paty Zárate se presenta al Instituto Carlos Gracida sección secundaria, tan temprano como toda persona debe llegar a su trabajo, son las ocho horas del día y ya el ruido de los carros se hace escuchar, esto porque los padres traen a sus hijos al instituto, ante esto la Mtra. Paty comenta “y eso es de todos los días”.
Ya nos dirigimos hacia el cubículo de la Mtra. Paty, y expresa “no se alarme eh, todos quieren llegar a tiempo” y así un cúmulo de jóvenes se concentran en sus aulas, unos corren, otros gritan o platican con sus compañeros, todos con características similares, no olvidemos que son jóvenes de secundaria. Llegamos al cubículo de la maestra y de manera muy cuidadosa revisa su agenda para dirigirse a dar su cátedra.
Ahora se concentra en un grupo de segundo año para impartir la materia de Formación Cívica y Ética. Saluda expresando “Buen día mis chicos, espero tengan toda la disposición para trabajar en un tema nuevo”, todo ello para motivar a los jóvenes. La atención que grupo muestra ante la presencia de la Mtra. Paty es ¡casi indescriptible!, todos están bien sentados y callados en espera de que inicie la clase, esto es difícil de encontrar en las escuelas y más con adolescentes.
La forma de impartir la clase parece interesante…, los alumnos participan y están atentos hacia el tema, hablan sobre los tipos de valores, ¡asombrosos comentarios!, la maestra ejemplifica ¡excelentemente!, todo lo que dice es muy atinado a la realidad social. Realizan entre maestra y alumnos una forma de conclusión del tema y la clase se termina.
Me quedé un rato con los alumnos del grupo y entre plática y plática comentaron, “la Mtra. Paty es muy buena aunque algo estricta”, los comentarios giraron en torno a un buen desempeño docente y que es una buena orientadora ya que también es tutora de algunos grupos de la misma institución.
Coincido con los jóvenes, la Mtra. Paty hace un buen trabajo frente a los grupos, esto por lo que pude observar, creo que esto se debe a sus años de servicio docente. Es bueno, ella reconoce sus habilidades, pero sus alumnos las confirman a través de cómo se expresan de ella, en lugar de verla como un modelo horrorificado de una típica maestra.
Ya nos dirigimos hacia el cubículo de la Mtra. Paty, y expresa “no se alarme eh, todos quieren llegar a tiempo” y así un cúmulo de jóvenes se concentran en sus aulas, unos corren, otros gritan o platican con sus compañeros, todos con características similares, no olvidemos que son jóvenes de secundaria. Llegamos al cubículo de la maestra y de manera muy cuidadosa revisa su agenda para dirigirse a dar su cátedra.
Ahora se concentra en un grupo de segundo año para impartir la materia de Formación Cívica y Ética. Saluda expresando “Buen día mis chicos, espero tengan toda la disposición para trabajar en un tema nuevo”, todo ello para motivar a los jóvenes. La atención que grupo muestra ante la presencia de la Mtra. Paty es ¡casi indescriptible!, todos están bien sentados y callados en espera de que inicie la clase, esto es difícil de encontrar en las escuelas y más con adolescentes.
La forma de impartir la clase parece interesante…, los alumnos participan y están atentos hacia el tema, hablan sobre los tipos de valores, ¡asombrosos comentarios!, la maestra ejemplifica ¡excelentemente!, todo lo que dice es muy atinado a la realidad social. Realizan entre maestra y alumnos una forma de conclusión del tema y la clase se termina.
Me quedé un rato con los alumnos del grupo y entre plática y plática comentaron, “la Mtra. Paty es muy buena aunque algo estricta”, los comentarios giraron en torno a un buen desempeño docente y que es una buena orientadora ya que también es tutora de algunos grupos de la misma institución.
Coincido con los jóvenes, la Mtra. Paty hace un buen trabajo frente a los grupos, esto por lo que pude observar, creo que esto se debe a sus años de servicio docente. Es bueno, ella reconoce sus habilidades, pero sus alumnos las confirman a través de cómo se expresan de ella, en lugar de verla como un modelo horrorificado de una típica maestra.
Crónica de Opinión
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